Llegan las navidades y llegan cada vez más digitales, para bien y para mal. Ya apenas nadie escribe christmas, bueno ya apenas nadie escribe a mano alzada, pero llegado estas fechas nos felicitamos en red de una u otra forma.
- Para bien, los padres mandan las fotos de sus hijos a los abuelos mediante un correo.
- Para mal, nos machacamos a whatapps con mensajes multimedia, ingeniosos, ocurrentes, de dudoso gusto y con el problema añadido de que se pueden mostrar incluso tomando una cerveza, y de paso se enseña el último modelo de Smartphone.
Esto también es la navidad. En mi caso además sólo podré felicitar a aquel que esté en mis contactos, en red. Primero olvide sus direcciones, luego sus teléfonos, y ahora sólo los tengo accesibles por el identificador de mi red. ¿No da un poco miedo que la extensión de nuestra memoria social, de nuestras amistades, resida en la red? Esto también es inevitable, sólo recuerdo a mis amigos de la infancia, pero son inaccesibles porque como entonces no existía la red no están entre mis contactos.
Cuando empecé el yo digital tenía una tesis clara: somos seres emocionales, cualquier acontecimiento hace nacer un sinfín de emociones. Llega una chica nueva al trabajo y si no conocemos nada de la situación, juzgamos intuitiva y emocionalmente por todo lo que trasmite. En nuestras primeras citas el lenguaje corporal puede ser más importante que el verbal, nuestros gestos aparecen de forma inconsciente, sin ironías y nos muestran más impresiones de la persona que tenemos enfrente que la lectura de su currículo. Ergo como tesis pensaba que estás facilidades deberían añadirse de forma intuitiva al mundo digital. Enriquecer éste con emociones.
Hoy, quizá por el pesimismo de la navidad y la crisis económica pienso la antítesis. ¡Pero si nos pasamos la vida ahogando nuestros sentimientos! Si la chica nueva en la oficina nos gusta, intentamos disimularlo, si nos felicitan ante los compañeros le quitamos importancia por no herir susceptibilidades, y digitalmente hablando si mandamos un e-mail en el trabajo, lo redactamos obviando toda connotación emocional.
Luego pensándolo racionalmente me vuelvo más optimista. Los mecanismos que uso digitalmente desproveyéndolos de toda connotación emocional, mail, twitter, etc… ya no son usados así por las nuevas generaciones. El mail directamente no se usa, el twitter y whatsapp son para hablar con la pandilla, y las redes sociales son como los nuevos mentideros de la villa, donde te encuentras de todo. Ergo es cierto que todo cada vez es más emocional e ¿intuitivo?
Como síntesis estás navidades voy a empezar cumplir mis buenas intenciones antes de que se acabe el año, y al menos voy a ordenar los mil y pico contactos que tengo según las categorías que se me ocurran, me apoyaré en las de google plus, y de ahí las exportaré al resto de redes y personalidades digitales que tengo en la red. Al menos así me podré explayar emocionalmente con los amigos, y mostrarme frío y profesional con los colegas digitales. Probablemente así me abra más en las redes sociales del momento.
Pero sin prisas, primero voy a ocuparme de la cena de navidad.